La noche del 23 al 24 de junio es una fecha especial, llena de magia y rituales ancestrales. Aunque actualmente se celebra con fiestas entre amigos y familiares, la Noche de San Juan tiene un origen pagano ligado al solsticio de verano. En esta noche, el fuego simboliza la purificación y la renovación, quemando lo viejo para dar paso a lo nuevo. Una de las tradiciones más arraigadas es la creación de muñecos de paja, trapos o papel, conocidos como «mastros», que representan lo negativo del año anterior.
La celebración se centra en dos elementos fundamentales: el fuego y el Sol. Encender hogueras es una antigua costumbre ligada al culto solar, destinada a potenciar la fuerza del astro rey para el resto del año. Con la llegada del cristianismo, la festividad se vinculó al nacimiento de San Juan Bautista. En la costa mediterránea, especialmente en Cartagena, se conservan numerosas tradiciones en torno a esta festividad.
Además del fuego, otros rituales como el agua o la pirotecnia son parte importante de la celebración. Saltar las hogueras es una práctica habitual, al igual que quemar libros viejos (especialmente entre estudiantes). En la Comunidad Valenciana, los espectáculos pirotécnicos cobran relevancia durante esta festividad.
En contraposición, el agua del mar se utiliza para rituales de purificación y renovación. El «racimo de San Juan», compuesto por diversas hierbas, se emplea como amuleto de buena suerte. En el campo de Cartagena, dormir con patatas bajo la almohada era una práctica común en siglos pasados. Según la tradición, la forma en que la patata se encuentre al día siguiente revelará el destino futuro de la persona.
Escrito por Santi García
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