La historia relata un día fatídico en 1689, en la residencia del Duque de Veragua, donde la tristeza y el llanto invadían el ambiente. Un bebé de pocos meses luchaba contra una enfermedad considerada incurable en aquel entonces, con un desenlace fatal para quien la padecía.
De repente, se escucharon los pasos de una procesión del Vía Crucis que transitaba las calles de Cartagena. En ese momento, un Cristo moreno crucificado pasó frente al balcón de la casa del Duque. Sin dudarlo, el Duque sacó a su hijo enfermo al balcón para rogar por su sanación ante esa imagen sagrada. Se cruzaron miradas entre el niño y el Cristo, y este último continuó su camino de regreso a su capilla.
El resultado fue asombroso. Pocos días después, el hijo del Duque sanó de manera milagrosa. Agradecido, el Duque mandó erigir una capilla en la Iglesia de Santa María La Mayor en honor al Cristo Moreno, y fundó la Cofradía del Cristo del Socorro en 1691, que marcó el inicio de las procesiones de Semana Santa no solo en Cartagena, sino en toda España.
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