¿Alguna vez te has preguntado cómo se realizaban los velatorios antes de la existencia de los tanatorios modernos, especialmente en zonas apartadas de los núcleos urbanos donde no se contaba con un tanatorio cercano?

En muchos casos, los velatorios se llevaban a cabo en las Casas Mortuorias asignadas para este fin en algunas ciudades, o incluso en residencias particulares. Estas casas, en ocasiones, eran utilizadas exclusivamente para este propósito a cambio de un pago por el uso de las habitaciones. Sin embargo, era común que estas casas especiales fueran empleadas para otros fines, ya sea funerarios o no.

En el interior de estas casas, el féretro con el cuerpo era dispuesto ligeramente inclinado, rodeado por cuatro candelabros altos con velas encendidas durante un período de vigilia que podía extenderse hasta 72 horas. Según la tradición, este era el tiempo que el alma necesitaba para desprenderse del cuerpo y comenzar su tránsito hacia el más allá.

Se solía cubrir los relojes y espejos durante el velatorio. Los relojes simbolizaban la detención del tiempo para la persona fallecida, indicando que el tiempo ya no existe en su nueva realidad. Los espejos se tapaban para evitar supersticiones, ya que se creía que acercarse a un espejo durante un velatorio podía atraer consecuencias no deseadas. Asimismo, se solía colocar sal en las entradas y ventanas para proteger el lugar de malos espíritus.

El cadáver era lavado, vestido con un traje especial generalmente negro, y en el caso de las mujeres se utilizaban trajes de novia enlutados. Si el velatorio se realizaba en una casa particular, el cuerpo era colocado en la cama del difunto hasta su traslado al cementerio.

En la ciudad de Cartagena, se conocen casos como el de Villa Esperanza en Barrio Peral, donde al menos hasta la década de los 40, la zona baja de la casa se utilizaba como Casa Mortuoria. Un ejemplo de ello es el velatorio de Carmela Do Campo Guitard en 1940, que tuvo lugar en «la casa mortuoria de Villa Esperanza» y que «no recibe duelo por circunstancias excepcionales».

Estas antiguas tradiciones funerarias nos permiten reflexionar sobre la forma en que se honraba a los difuntos en el pasado y cómo han evolucionado los rituales funerarios a lo largo del tiempo.

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